Trabajaba
de sol a sol sólo por una cama, si es que podía llamarse de esa manera, caliente y un plato de algo parecido a lo que se conoce por comida. Las jornadas de
trabajo eran interminables, un auténtico suplicio y su situación llegaba ya al
límite. Si no conseguía marcharse pronto de allí su supervivencia tocaría a su
fin. Tenía que escapar, de la forma que fuera, porque no aguantaría otra
campaña más. Así, una noche, se escondió en una de las cajas y pidió a uno de
sus compañeros que lo envolviera como un regalo y lo mandase lejos de aquel
maldito lugar. Papá Noel descubrió el escondrijo del pequeño duende. Como
castigo fue relegado del área de envoltura de regalos y lo mandó con el equipo
de limpieza al establo de los renos.
Este microrrelato fue presentado al I concurso "El Bunker Z", en una versión más reducida, y publicado en el libro recopilatorio del concurso.
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