Cruzado de brazos frente a frente
le dije que no estaba de acuerdo en absoluto. En siete días no era posible que
hubiera acabado toda la tarea que tenía por delante y no presentara multitud de
fallos y cabos sueltos.
Él me miró de arriba abajo
frunciendo el ceño que manera casi amenazante. Yo confiaba en que, atendiendo
a su bondad, encajaría las críticas de mejor manera.
En el preciso momento en que los
relámpagos comenzaron a iluminar el firmamento me di cuenta que estaba muy
equivocado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario